Cómo reñir (II): La técnica
El bufido transmite la idea: “Lo que estás haciendo está mal”. Pero para que el gato entienda qué es lo que está haciendo mal, no basta con limitarse a bufar, es necesario establecer unas normas claras y bufar en el momento exacto. Veremos la técnica con un ejemplo práctico.
Supongamos que nos molesta que el gato esté sobre la mesa del comedor mientras comemos, pero de normal nos da igual. Hasta ahí bien, pero viene visita y nos sentamos a hablar, el gato sube a la mesa y como nos molesta, le echamos. Entonces él nos mira con cara de "¡¿¡¿ pero si la semana pasada hice lo mismo cuando vino a vernos tu hermano y no me dijiste nada?!"
¿Porqué ahora si y antes no? Nuestra vida está cargada de sutilezas que a nuestro gato se le escapan. por eso, las normas deben ser sencillas y claras. Si en ocasiones nos molestará que esté en la mesa, prohibiremos que esté en la mesa, sin matices ni excepciones.
“Si las normas no son claras, el animal no entenderá nada, nos tomará por locos y nos ignorará.”
Si las normas no son claras, el animal no entenderá nada, nos tomará por locos y nos ignorará. Exactamente igual que haríamos nosotros si alguien se pasara el día dándonos ordenes contradictorias.
Para poner la norma en práctica, lo haremos en el momento exacto. Hay que reñir justo cuando está haciendo la acción que no queremos, ni antes ni después.
Supongamos que nuestro minino pasa por el lado de la mesa, mira hacia arriba y nos parece que quiere saltar. Todavía no le diremos nada, puede que mire hacia arriba porque ha visto algo que le llama la atención o porque pretende subirse, pero como eso no lo sabemos, esperaremos a que esté sobre la mesa para emitir un sonoro bufido, ya que ese es el momento exacto en el que está haciendo lo que no queremos.
Siempre hemos de tener en mente que hay que reñir cuando se está haciendo algo mal, ni antes, ni después. Esto es muy importante, sobretodo cuando llegamos de trabajar y nos encontramos que ha aprovechado nuestra ausencia para liarla en casa, por ejemplo destrozando el rollo de papel de váter y llenando el baño de confeti a tiras. En ese momento tendremos que mantener la cabeza fría y limitarnos a recogerlo sin reñirle. ¿Por qué? Porque no sabrá ese bufido a que se debe, ¿qué es lo que ha hecho mal? ¿venir a saludarte? ¿destrozar el papel? ¿pasar por ahí?
“Nunca prohibiremos por prohibir y siempre ofreceremos una alternativa que nos vaya bien a todos.”
Por último, para que todo esto funcione, necesitaremos sentido común, para establecer cuantas menos normas mejor. Si a nosotros nos prohibieran hacer cualquier cosa, nos amargarían, no hagamos lo mismo con ellos. Nunca prohibiremos por prohibir y siempre ofreceremos una alternativa que nos vaya bien a todos. En este caso, si no les dejamos subir a la mesa, les dejaremos subir a otro lugar elevado desde el que vigilar la estancia, por ejemplo, un rascador con una repisa alta, una estantería u otro mueble.
Poco a poco veremos que alternativas les podemos ofrecer para cada necesidad y así tener a nuestros gatos felices y bien educados (=^エ^=)